dc.description | La Bioarqueología ha demostrado ser una disciplina que brinda valiosa información acerca de los estilos de vida de las poblaciones humanas a partir del estudio de restos óseos y dentales, tejidos que guardan registro de las situaciones vividas. El estudio bioarqueológico provee evidencia única que aporta a la comprensión de problemáticas que son fundamentales al conocimiento del pasado tales como el trabajo y la subsistencia, la salud y la enfermedad, la dieta y nutrición, el sedentarismo, la adopción de cultígenos y la domesticación de animales, el contacto interétnico, el conflicto social y la colonización europea, entre otras. Más recientemente, y de la mano de la Teoría Social, la bioarqueología ha expandido su alcance a otros aspectos, por ejemplo, considerar a las relaciones sociales como parte de la formacion del cuerpo biológico (Sofaer, 2006). Estas nuevas aproximaciones formularon la necesidad de considerar al cuerpo físico como socialmente creado (Lorber y Martin, 2011), siendo vehículo real y simbólico de identidades políticas y sociales (Knudson y Stojanowski, 2008).
En sus orígenes, el término “osteobiografía” fue acuñado para hacer referencia a la recopilación de toda la información disponible a partir del análisis de un esqueleto que posibilita narrar la vida de un individuo (Saul, 1972). Actualmente, la osteobiografía se ha consolidado como un marco de análisis específico dentro de una bioarqueología humanista, que promueve el estudio de la “biografía como una narrativa cultural” a partir de los restos humanos (Robb, 2002, p. 160). Esta perspectiva plantea y responde a diferentes tipos de preguntas de investigación de aquellas abordadas por la bioarqueología cuantitativa tradicional, enfocada a nivel poblacional, siendo ambos marcos de análisis independientes y a la vez complementarios (Hosek y Robb, 2019, p. 2). Esta diversidad de perspectivas actuales han sido denominadas “las bioarqueologías” del siglo XXI (Buikstra y Beck, 2006) y reconocen sus bases en la biología social (Angel, 1946), la propuesta biocultural (Blackely, 1977; Goodman y Leatherman, 1998) y la osteobiografía de Frank Saul (1972).
Diversas propuestas que consideran a los individuos en su dimensión histórica y cultural nos permiten pensar de un modo novedoso los bioindicadores que se registran para reconstruir las identidades de los sujetos desde perspectivas integradas. Ejemplo de ellas son la teoría de los tres cuerpos -físico, social y político- (Scheper-Hugues y Lock, 1987) y la teoría de los cursos de vida (Gilchrist, 2004). En este sentido, la bioarqueología de los individuos (Stodder y Palkovich, 2012) o de la personalidad (Boutin, 2011), se erigen como alternativas válidas que permiten no sólo humanizar el pasado, sino también abordar problemáticas generalmente no consideradas en los estudios bioarqueológicos tradicionales, tales como género y sexo, edad y cursos de vida, cuerpo humano e identidad, roles sociales, discapacidad, el concepto de embodiment e incluso la agencia post-mortem de los restos humanos (Hosek y Robb, 2019). De esta manera, contribuyen a la generación de lecturas multivocales sobre el pasado.
Todas estas perspectivas se insertan en la necesidad de problematizar los cuerpos, aspecto sobre el que tanto la arqueología como la antropología han aportado de manera significativa. Desde distintas vías de análisis, investigadores e investigadoras han sostenido que los cuerpos son al mismo tiempo biología y cultura, superando aquella postura que ve a éstos como una entidad natural y presocial sobre la cual se imprimen significados culturales (Knapp y Meskell, 1997; Ingold, 2000; Fowler, 2002; Hamilakis et al., 2002; Thomas, 2007).
Este dossier reúne cinco de los diecisiete trabajos presentados en el simposio homónimo desarrollado en el marco del XX Congreso Nacional de Arqueología Argentina, durante los días 15 al 19 de julio de 2019 en la ciudad de Córdoba, bajo la coordinación de Mariana Fabra y Soledad Salega, y la relatoría de Leticia Cortés.
Dicho simposio tuvo como objetivo principal socializar y reflexionar acerca de las investigaciones bioarqueológicas llevadas a cabo desde una perspectiva osteobiográfica que relataran historias de vida singulares a partir del estudio de restos humanos. Este espacio permitió debatir, a partir de casos de estudio concretos, la generación de conocimiento sobre la vida de personas, histórica y culturalmente situadas. | |