dc.description | Si de "barras bravas" se trata, hay una simplificación que merodea la temática: me refiero al reduccionismo que las piensa como fósiles anclados en la tribuna. En esta visión, poco se dice sobre las dinámicas, flujos, desplazamientos y fronteras por las que estos colectivos transitan en aquel devenir cotidiano alejado de los estadios futboleros. En una investigación como la que enmarca el presente texto, que pretende abordar los procesos de adhesión individual y formación colectiva de una barra argentina, resulta imprescindible poner el foco en las experiencias ocurridas fuera de las tribunas de fútbol. Comprender el proceso de formación social de un colectivo tan complejo como las barras exige una lectura dinámica. No solo hay que trazar múltiples temporalidades, además, se impone la tarea de acompañar la cotidianeidad itinerante de un grupo que se construye en movimiento. Solo desde la ingenuidad o la necedad podría negarse la centralidad que tienen los partidos de su equipo para una barra de fútbol, pero su importancia simbólica, emotiva y moral debe ser leída desde una perspectiva relacional que contextualice tal evento en función de otros que también son constitutivos de un colectivo en permanente tránsito. Este trabajo se centra en las experiencias itinerantes de los miembros de la barra del Club Atlético Belgrano de Córdoba, autodenominada Los Piratas. Para dar cuenta de sus desplazamientos, me centraré en la experiencia de viajar. Se trata de una de las vivencias nodales que explican el carácter dinámico tanto de la formación social de la barra como de los procesos de adhesión de sus miembros, pues es viajando, además de peleando, que Los Piratas se constituyen como tales. Los viajes, tradicionalmente, son los traslados territoriales organizados, principalmente en ómnibus, que la barra realiza para acompañar a su equipo cuando juega como visitante en estadios localizados en otras ciudades o provincias. No obstante, a lo largo del texto veremos que, desde la prohibición al público visitante en el fútbol argentino, al modo tradicional de seguir a Belgrano cuando juega afuera, se le suman otras maneras de viajar. Gastón Gil, en su etnografía de la barra del Club Atlético Aldosivi de Mar del Plata, entiende que "los viajes resumen varios de los aspectos más relevantes de las identidades de los hinchas de la hinchada" (Gil 2007: 31). Si, por un lado, Gil nos alerta de la importancia emic del viajar, por otro lado, Clifford James nos invita a pensar "los viajes" como "metáfora y categoría" (Gil 2007: 2007). El antropólogo norteamericano sostiene que, en la disciplina antropológica, subsiste la idea de concebir el trabajo de campo como "una suerte especial de residencia localizada" (Gil 2007: 34). Durante el siglo XX la antropología fue distanciándose de la idea del "viaje" para pensar en y desde campos delimitados y fijos. Como consecuencia, según Clifford James, la etnografía "pasó a priorizar las relaciones de residencia por sobre las relaciones de viaje", el "estar allí" por sobre el "llegar allí" (Gil 2007: 36). De lo que se trata no es de invertir la operación, sino, más bien, de reconstruir las "mediaciones concretas" que nuestros interlocutores trazan en tanto "nativos" y "viajantes" (Gil 2007: 36), pues ambas son constitutivas de las experiencias cotidianas que aquí nos convocan. Finalmente apuntamos a la noción de viaje como recurso metodológico. Estos nos permiten, a los antropólogos, compartir largas horas con nuestros interlocutores, alimentar una mutua confianza, conocer nuevas personas y acceder a prácticas que de otra forma estarían vedadas a nuestra curiosidad. Cambian el modo y el contexto en el que nos relacionamos con nuestros interlocutores, por eso son otros los datos ?en relación a la entrevista, por ejemplo - que construimos en nuestra interacción con ellos. Además, los viajes permiten que se modifique la experiencia habitual del campo como un espacio físico fijo. Importan los desplazamientos y las fronteras, los escenarios y las temporalidades, las posibilidades y los límites de un "objeto" itinerante. Voy a pensar en los viajes, entonces, como categoría nativa, metáfora analítica y recurso metodológico. En consecuencia, el texto se estructura en torno a cuatro tipos de viajes que Los Piratas protagonizan: a) barriales; b) provinciales; c) de infiltrados; d) de anfitriones y huéspedes. | |