dc.description | El concepto de frontera suele asociárselo normalmente a una entidad político geográfico, o a algún otro tipo de demarcación espacial. Sin embargo, en el presente trabajo, se abordará dicha noción desde una perspectiva antropológica, a través del estudio de caso de las políticas de planeamiento urbano llevadas a cabo por el municipio de la ciudad de Río Cuarto entre los años 2005 y 2007. Partiendo de entender a la frontera en su concepción social, como lo hace Fredrik Barth, prestando atención a las relaciones entre las distinciones colectivas entre las personas, por un lado, y la distribución de ‘material cultural’ (significados y formas significativas, o lo que fuera) por otro; las fronteras sociales implican así una pertenencia a una colectividad, en la cual es posible etiquetar a las personas como estando dentro o fuera, como uno de los ‘nuestros’ o uno de ‘ellos’. En este sentido, el proyecto municipal «400 Viviendas» que se analizará, responde a una concepción de modernidad propia de la fase del capitalismo tardío, generando un proceso de metropolización/disvalor, el cual margina aquellos sectores de la sociedad que no le resultan funcionales, obstaculizando el avance del progreso sobre la ciudad. Si bien dicho programa fue diseñado para el aparente beneficio de la comunidad en general, no fue más que un fenómeno de exclusión materializado en la relocalización de numerosas familias a un nuevo sector geográfico de la ciudad, viéndose obligadas a abandonar sus tradicionales modos de vida en aras de una modernización cuyos valores no necesariamente comparten por cuanto que no los sienten equitativos. Se les construye un futuro ajeno pero propio de la modernidad, planificando un estilo de ciudad que no significó otra cosa más que la fractura de su cultura como verdad. Ésta nueva delimitación fronteriza debe ser entendida entonces, por un lado, en términos geográficos y físicos, puesto que las personas se trasladan efectivamente a nuevos espacios territoriales, y por otro, en términos simbólicos, puesto que la modernidad deja inaugurado un nuevo sujeto social: el relocalizado, quien para evitar quedar excluido del sistema acepta por imposición el abandono de su integridad e identidad, por un nuevo concepto de ciudadano que indica quién ser y cómo actuar en los marcos de una ciudadanía moderna y ordenada. Concepto identitario que no es más que una mera etiqueta social que imprime un rol y una imagen a ser. | es-ES |