Con verdadero placer he recibido la designación con que el señor Director me ha honrado de dirijiros (sic) la palabra en este día patrio. Oriundo de un país extranjero, soy argentino naturalizado por la ley, y argentino neto por el cariño que profeso a la Nación que me ha recibido en su seno y me alberga desde hace más de 25 años (tachado) un cuarto de siglo. Escondido tras el misterio de los mares aguardaba su destino grande un nuevo mundo, que tenía que develarlo el genio humano; y no tardó en surgir él en el horizonte del orbe, como levantado por mano cristiana, para ser más tarde la cuna de una nueva sociabilidad. Y cupo la suerte que el lugar predilecto del continente descubierto por sus valles encantados, por sus románticas y soñolientas pampas y por sus plateados ríos y arroyos, fuera nuestro país. Los conquistadores vinieron a nuestras playas ávidos de glorias y de fortuna. Trajeron su educación monárquica y sus sistemas de explotación económica. La nueva sociedad abrió los ojos ante los destellos de la corona, e incitada por las codicias lógicas que animan el espíritu humano: ´Por eso fuimos colonia en un comienzo de vida dependiente, estructurada en los moldes de la desigualdad. La naturaleza con prodigalidad sin límite había creado nuestro medio, con un sol radiante que no admite sombras ni misterios, con una llanura como sábana para dioses, con unas montañas que imitan los anhelos de altura, con sus cimas cubiertas de nieve que son cúspide de pureza, y con un cielo azul por donde pasan las nubes reverenciando su infinita diafanidad. No podía crecer aquí la madera para los cetros de privilegio, ni las zarzas que cerraron el camino republicano de una ciudadanía con destinos dignos del linaje humano. Sin embargo, los hijos de esa generación [ILEGIBLE] estuvieron divididos. La epopeya de mayo por eso no fue el rito bautismal definitivo de la nacionalidad que nacía. Su argentino ideal quería sufrir la metamorfosis de las viejas normas; y llegamos al 9 de julio, después que delegaciones históricas hicieron el peregrinaje por el viejo mundo buscando un príncipe que aceptara el sayo de los monarcas y hasta se pensó en uno de sus descendientes de los incas para atraer el reinado de estos. Figuras salientes de aquella época hicieron las gestiones y fracasaron porque la divina providencia velo entonces, como velara siempre por nuestra felicidad. Las provincias del interior estaban recelosas de la unidad nacional. Gobernadas por caudillos que retardaron un tanto el ritmo de la historia, crearon el localismo, feudos políticos que hicieron la época medieval de nuestra historia. Derrocaron del gobierno al director Alvear, porque su política era contraria a la voluntad general, se convocó al congreso que debería reunirse y sesionar fuera de Buenos Aires con la representación de todas las provincias. La asamblea nombro al director supremo titular en la persona de Don Juan Martin de Pueyrredón, porque el general Belgrano no quiso serlo después de haberse instalado el 24 de marzo de 1816. La designación del Director Supremo fue acertada. Era menester encauzar la vida política y civil del país. Los caudillos habían promovido la anarquía, camino seguro hacia las dictaduras, y Pueyrredón tenia autoridad moral suficiente para refrenar las pasiones mezquinas de aquellos. La misión del congreso era, pues, grande. Normalizar y echar las bases definitivas de la independencia nacional, y apostar por un sistema de gobierno que conciliara esencialmente con la naturaleza, modalidad y sentido filosófico del espíritu colectivo de nuestro pueblo. Se cernía sobre la testa augusta de aquellos preclaros ciudadanos, la idea monárquica, y en cuanto ella quiso anidar en el corazón de la asamblea fray Justo Santa Maria de Oro, en un arranque de genio, poniéndose de pie con la capa recogida sobre sus hombros dijo: “Si después del gran paso dado en favor de nuestra emancipación, hemos de continuar todavía en el sistema monárquico, la independencia es inútil y yo me retirare del seno de esta asamblea porque mi pensamiento esta demás”. La severidad de su gesto, la [ILEGIBLE] y fe patriótica puestas en el tono de sus palabras, y el profundo recogimiento espiritual de la asamblea, motivaron como un estallido de purificante pasión el voto unánime de todos los diputados a favor de la forma republicana para el gobierno argentino. Y en la asamblea del día 9 de julio se propuso el siguiente voto por la independencia que fue contestado por todos los diputados puestos de pie: “que sí”. A la siguiente interrogaron ¿queréis que las provincias de la unión fueran una nación libre e independiente de los reyes de España? El 21 del mismo mes este voto fue expresado ante el pueblo y las autoridades para que tuviera la sanción directa de la soberanía ciudadana. Dejada de lado la estructura institucional de la monarquía, sobrevino lo que nos correspondía en razón de las virtudes proclamadas más arriba en esta modesta exposición. Pero cabe decir que la independencia irradio la luz nativa de la acción coordinada que debieron desarrollar como máquina de historia todas las provincias hasta que se hizo la construcción jurídica que, como el esqueleto de hierro de las obras de mampostería, contiene la organización de nuestra sociedad. Como las estatuas piramidales que la simbolizan en nuestras plazas, levantadas sobre bases de granito y revestimiento de blanco mármol, así revestirá el ideal de la independencia al tiempo y a las tempestades que el espíritu inquieto de esta nueva humanidad le mueve en pos de formas que jamás se implantaran en nuestra tierra, donde no se [ILEGIBLE] la planta de todas las libertades. Y en este instante jóvenes alumnos, evocando la fecha que aludimos, séame permitido rogar a Dios que asi sea, porque nuestra patria es patria para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. He dicho. Instituto de Antropología de Córdoba CONICET – UNC “2021 - AÑO DE HOMENAJE AL PREMIO NOBEL DE MEDICINA DR. CÉSAR MILSTEIN” Av. Hipólito Yrigoyen 174 - 5000 Córdoba, Argentina Tel: (+54 351) 5353610- Int: 50058.  (+54 351) 4331058/2105. Int: 106. https://idacor.conicet.gov.ar